Bienvenida

Entras en un taller de poesía donde no hallarás ningún maestro; tan sólo un alumno con vocación de no dejar nunca de ser alumno.

15 feb 2011

Oye, mamá

 








Hola, otra vez, mamá. Ya sé que no me oyes,
ya he colgado el teléfono.
   
Ya ves, yo siempre te he llamado "Dora"  -por tu nombre.
Al menos no recuerdo si, de niño,
yo te decía “mamá” como otros niños.
    
Hoy, al llamarme, por esto de mi cumpleaños,
me ha gustado saber  -que me contaras-
que me parías en casa, en aquel mediodía,
mientras el tren bufaba cerca, abriéndose paso
entre una fuerte nevada.
    
El tren estuvo siempre en mis recuerdos de niño,
y ahora conozco éste, tu recuerdo tan vivo.
    
El tren, siempre, sobre el verdor de mi vida.
Y no sé si, por ello, a días soy Encuentro
y otros días... Huída.
    
Descansa, mamá (te llamaré "mamá"
ahora que no me oyes). Otro día  -mañana-
hablaremos de nuevo
sobre asuntos de... huesos.
   

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno, Luis. Me gusta por lo sencillo, como debe ser el hablar a una madre, y por algunas imágenes potentes que nos pones delante, inevitables (como el tren que llega con el nacimiento y que con la vida sigue pasando). También el final, quebrando el ritmo y el discurso.

Un abrazo.

Luis Nieto del Valle dijo...

Alberto, me da mucha alegría tu visita. Y me alegro mucho de que te haya gustado este poema. Es de ésos que te salen de repente y no podía esperar. Normalmente uso lenguaje sencillo, pero luego también se llega mejor o peor dependiendo del tema y (por supuesto) de cómo tenga el día para darle forma adecuada, y aquí soy muy novato. Un abrazo.

21 dijo...

Siempre me estremece, la íntima conversación entre una madre y un hijo.
Qué ella, te cuente en tu aniversario, como viniste al mundo, es una secuencia real, cargada de simbolismo y recuerdos; única como nexo de unión entre dos almas que jamás se separarán, aún cuando a una de ellas le falte el aliento de la vida.
Me ha gustado mucho, Luis. Me has recordado momentos paralelos y se agradece. Un abrazo.

Cormoran dijo...

Precioso Luis, y tan cercano...
Cuando van pasando los años y vemos que la vida se nos escapa, nos damos cuenta de lo mucho que nos dejamos en el camino. De cuantas cosas retomaríamos con otros aires. Pero todo ello sin reproche, sabiendo que la vida nos vino por ese sendero y nosotros solo lo anduvimos como buenamente pudimos. Sin la experiencia que hoy tenemos.

Luis Nieto del Valle dijo...

Amigos Veintiuno y Cormorán: me da mucha alegría vuestra visita y que también os haya gustado. Comparto las reflexiones añadidas que comentáis. Suele ocurrir que, los escritos más espontáneos, los que se construyen sobre el sentimiento más fresco, son los que mejor llegan; los que mejor transmiten. Luego, hay días y días, claro ;-)

Sara Lew dijo...

Me ha gustado mucho este poema, Luis. Es íntimo y franco, como suelen serlo las conversaciones entre padres e hijos. El nombre de tu madre me ha recordado a mi abuela, que se llamaba Dora también.
Un saludo.

Luis Nieto del Valle dijo...

Hubo un tiempo en que las personas se reconocían por el nombre usado en la familia y en el pueblo. Mi madre era 'Vicenta' según el Registro Civil, y 'Adoración' según la iglesia, pero ignoraba tales nombres hasta que se casó porque para todos y para ella misma siempre fue 'Dora'. Nosotros ahora, para poder SER nosotros, necesitamos los nombres correctos, más los ususarios y password de algunas tarjetas y buzones de correo y sitios web, etc. Es curioso ¿verdad?. Un saludo, Sara