He ahí el tarro de la miel
donde comemos a cucharaditascomo ilusionadas hormigas
sin que lo veamos consumirse.
Henos aquí, anhelantes,
deseando alcanzar ahora,
desde diferentes hormigueros,
el espíritu puro de una sola abeja.
Poemas que, como lava de volcán, a veces se barruntan; o bien erupcionan sin aviso previo: se presentan. Y entonces yo sólo soy un siervo que ha de prestar sus manos, sus ojos, sus sentidos...