Hola, otra vez, mamá. Ya sé que no me oyes,
ya he colgado el teléfono.
Ya ves, yo siempre te he llamado "Dora" -por tu nombre.Al menos no recuerdo si, de niño,
yo te decía “mamá” como otros niños.
Hoy, al llamarme, por esto de mi cumpleaños,
me ha gustado saber -que me contaras-
que me parías en casa, en aquel mediodía,
mientras el tren bufaba cerca, abriéndose paso
entre una fuerte nevada.
El tren estuvo siempre en mis recuerdos de niño,
y ahora conozco éste, tu recuerdo tan vivo.
El tren, siempre, sobre el verdor de mi vida.
Y no sé si, por ello, a días soy Encuentro
y otros días... Huída.
Descansa, mamá (te llamaré "mamá"
ahora que no me oyes). Otro día -mañana-
hablaremos de nuevo
sobre asuntos de... huesos.